jueves, 18 de agosto de 2011

Librofilia

www.librofilia.com

Supongo que la mayoría de vosotros conoceréis la página filmaffinity, pues esto funciona exactamente igual pero con libros.

Si no, os lo explico. Entras en la página y te creas un perfil y luego le pones puntuación a los libros que te has leído. La página compara tus notas con las de otros usuarios y te busca personas con tus mismos gustos literarios. Así puedes ver las puntuaciones de ellos y más o menos orientarte sobre tu próxima lectura. Además la página, en función de tus propias votaciones y de las de tus usuarios afines, te da una lista de libros que podrían gustarte. Por si no fuera suficiente también puedes buscar cualquier libro y leer su sinopsis, ver la puntuación media dada por todos los miembros de la página y si alguno ha escrito una crítica u observación, leerla (o escribir la tuya propia si es que quieres).

En fin que la página está muy bien. Yo recomiendo a todos los que sean aficionados a la lectura que se metan y lo vean. Y que busquen mi perfil y me añadan como amiga (tragicomedia25, pero avisadme por aquí), así podremos hacernos recomendaciones y tal y cual. Yo últimamente me dedico mucho a leer y estoy continuamente bicheando por la página a ver que encuentro. Acepto todo tipo de sugerencias. 

Un beso!

sábado, 13 de agosto de 2011


We All Want to Be Young (spanish subtitle) from box1824 on Vimeo.

"Si crees que ya sabes lo suficiente y que estás a gusto con tu espacio en el mundo, entonces, ¡enhorabuena! ¡Estás oficialmente muerto!"

jueves, 4 de agosto de 2011

La fábula de cuenco

En pocas palabras se cuenta, y aquí la vamos a dejar para ilustración de las nuevas generaciones que la desconocen, con las esperanza de que no se burlen de ella por ingenua y sentimental. Atención pues, a la lección moral.

     Érase una vez, en el antiguo país de las fábulas, una familia integrada por un padre, una madre, un abuelo que era el padre del padre y el ya mencionado niño de ocho años, un muchachito. Sucedía que el abuelo tenía ya mucha edad, por eso le temblaban las manos y se le caía la comida de la boca cuando estaba en la mesa, lo que causaba gran irritación al hijo y a la nuera, siempre diciéndole que tuviera cuidado con lo que hacía, pero el pobre viejo, por más que quisiera, no conseguía contener los temblores, peor aún si le regañaban. El resultado era que siempre manchaba el mantel o el suelo al dejar caer la comida, por no hablar de la servilleta que le ataban al cuello y que era necesario cambiarla tres veces al día, en el desayuno, al almuerzo y a la cena.


Estaban las cosas así y sin ninguna expectativa de mejoría cuando el hijo decidió acabar con la desagradable situación. Apareció en casa con un cuenco de madera y le dijo al padre A partir de ahora comerá aquí, sentado en el patio que es más fácil de limpiar para que su suegra no tenga que estarse preocupando por tantos manteles y tantas servilletas sucias. Y así fue. Desayuno, almuerzo y cena, el viejo sentado solo en el patio, llevándose la comida a la boca conforme le era posible, la mitad se perdía en el camino, una parte de la otra mitad se le caía por la boca abajo, no era mucho lo que se le deslizaba por lo que el vulgo llama canal de la sopa.


Al nieto parecía no importarle el feo tratamiento que le estaban dando al abuelo, lo miraba, luego miraba al padre y a la madre, y seguía comiendo como si nada tuviera que ver con el asunto. Hasta que una tarde, al regresar del trabajo, el padre vio al hijo trabajando con una navaja un trozo de madera y creyó que, como era normal y corriente en esas épocas remotas, estaría construyendo un juguete de madera con sus propias manos. Al día siguiente, sin embargo, se dio cuenta de que no se trataba de un carro, por lo menos no se veía el sitio donde se le pudieran encajar las ruedas, y entonces preguntó


¿Qué estás haciendo?


El niño fingió que no había oído y siguió excavando en la madera con la punta de la navaja, esto pasó en el tiempo en que los padres eran menos asustadizos y no corrían a quitar de las manos de los hijos un instrumento de tanta utilidad para la fabricación de juguetes.


¿No me has oído, qué estás haciendo con ese palo? Volvió a preguntar el padre


El hijo, sin levantar la cabeza de la operación, respondió


Estoy haciendo un cuenco para cuando seas viejo y te tiemblen las manos, para cuando tengas que comer en el patio, como el abuelo.


Fueron palabras santas. Se cayeron las escamas de los ojos del padre, vio la verdad y la luz, y en el mismo instante fue a pedirle perdón al progenitor y cuando fue la hora de la cena con sus propias manos lo ayudó a sentarse en la silla, con sus propias manos le acercó la cuchara a la boca, con sus propias manos le limpió suavemente la barbilla, por que todavía podía hacerlo y su querido padre ya no.




"Las intermitencias de la muerte"
Jose Luis Sampedro